En  octubre de 1950, se efectuaron en Santiago, unas "Jornadas de Experimentación  Pedagógica", convocadas por el Departamento Pedagógico de la  Dirección de Educación Primaria del Ministerio de Educación Pública. 
 
     A  esta reunión asistieron funcionarios del Ministerio, directores de  escuelas experimentales y más de 400 profesores de las mismas. En las  Jornadas se hizo un balance del estado del movimiento de pedagogía  experimental y se debatieron también algunos temas teóricos y de principios.  La realización de las Jornadas en sí misma fue indicativa de la existencia  de prácticas de debate y de comunicación de experiencias y saberes,  que integraban actitudes y disposiciones propias del mundo académico,  y otras propias del mundo profesional docente, tal como se daban en  el contexto chileno de la época. Un número del Boletín de las Escuelas  Experimentales se dedicó entero a las Jornadas, reproduciendo discursos,  informes y conclusiones de las distintas comisiones de trabajo que funcionaron.2 
 
     Del  informe sobre las Jornadas, se analizarán los textos más relevantes  para dar cuenta del desarrollo conceptual de la pedagogía experimental  y de la investigación educacional, según los participantes, del estado  del movimiento de escuelas experimentales y de algunos indicios sobre  las condiciones de producción de esta forma de hacer ciencia en el  contexto referido. 
 
     El  evento puede sumarse justificadamente a la lista histórica de reuniones  en que educadores, intelectuales y políticos se han ocupado como colectivos,  de los problemas de la educación chilena, desde los remotos “Ejercicios  de Maestros” de los años 50  del siglo XIX3,  al Congreso Nacional de Educación convocado por el Colegio de Profesores  en 19974, pasando por el Congreso Nacional  Pedagógico de 1889, el Congreso Pedagógico de 1902, el Congreso de  Educación Secundaria de 1912, la Asamblea Pedagógica de 1926 y más  tarde, el Congreso Nacional de Educación de 1971. 
 
     Cada  una de estas reuniones ha tenido su propia representatividad, su carácter  y contenido específicos. En el caso de las Jornadas que aquí se estudiarán,  los participantes, en general, se auto-definían como profesores e investigadores,  en el campo particular de la educación primaria estatal. El interés  del evento estuvo no tanto en el abordaje de la problemática de dicho  nivel educativo, como en el análisis del movimiento de “pedagogía  experimental” en el que se inscribían los asistentes a las Jornadas,  tanto en sus dimensiones teóricas como prácticas.
 
     Así,  el informe de las Jornadas es una fuente muy sugerente para la historiografía  de la “pedagogía experimental” en Chile, en la medida que se la  conecte con sus raíces y fundamentos intelectuales, con el desarrollo  objetivo de la enseñanza primaria y de los establecimientos experimentales  tanto de primaria como de secundaria hasta mediados del siglo pasado,  y con sus proyecciones hasta 1973.
 
EL CONTEXTO  HISTORICO:
 
 
 
     A  comienzos del siglo XIX había llegado a Chile el catedrático alemán  Dr. Guillermo Mann Olderman, a servir en el Instituto Pedagógico de la Universidad  de Chile. En 1905, Mann dictó un curso de introducción a la pedagogía  experimental, en las actividades de extensión de verano de la Universidad  del Estado. Su contenido fue vertido en un libro publicado al año siguiente,  en el cual hacía un recuento del desarrollo de esta disciplina, estrechamente  fundado en el avance de la psicología, también como ciencia experimental,  y sugería un camino para desenvolverla en Chile. Después de citar  a W. Wundt – que había sido su maestro en Alemania – el autor sostenía  que la psicología estaba “en directa  analojía con las ciencias  naturales i exije como condición vital que haga suyos los métodos  de ellas …Ahora, sin un sólido fundamento psicolójico no existirá  una pedagojía esperimental, la que según el concepto moderno de la  ciencia, también es la única pedagojia científica.”
 
     En  otros términos, si se quería constituir a la pedagogía en ciencia,  lo lógico era emplear en ella los métodos propios de las ciencias  naturales y principalmente la experimentación. Es lo que venían sosteniendo  por entonces otros sabios alemanes, fundadores del movimiento intelectual  de “pedagogia experimental”.
 
     De  la educación como objeto de conocimiento científico viene discutiéndose  desde comienzos de siglo, en forma de la conceptualización acerca de  la Pedagogía. Mientras que en el sigloXIX, Herbart había sostenido  que la Pedagogía no tenía más que dos ciencias fundamentales, la  ética, que claramente es una disciplina filosófica, y la Psicología,  que en los tiempos de ese autor no alcanzaba el status científico que  tuvo más tarde. A comienzos de este siglo, el alemán Ernesto Meumann,  hacía una distinción entre ciencias fundamentales y auxiliares. Entre  las primeras, la Pedagogía tenía a la Psicología (Psicología del  Niño y Ciencia de la edad juvenil), la Etica, la Estética y la ciencia  de la cultura, la Teología, la Lógica (dentro de la cual, la Metodología).  Entre las Ciencias auxiliares, la Pedagogía tiene todas aquellas de  la naturaleza y del espíritu que proporcionan contenidos a la enseñanza.  Pero, lo más significativo en el planteamiento de Meumann, es que la  Pedagogía misma "posee un especial punto de vista para sus  investigaciones, desde el cual trata de semejante manera todos sus diferentes  objetos materiales, y que es solamente propio de ella".  Este autor se refería a la base empírico-inductiva y experimental  que tiene la moderna Pedagogía.
 
     Al  mismo tiempo, también a comienzos del siglo,  el pedagogo alemán W.A. Lay  afirmaba el carácter científico  y experimental de la Pedagogía, afirmando que "...la investigación  pedagógica ha de comenzar, como toda investigación, por las observaciones,  y sobre las bases de éstas descubrir las relaciones causales existentes  entre los procedimientos pedagógicos y sus resultados..."  Lay distinguía entre la experiencia ordinaria o "precientífica"  y la "experiencia auténtica", que es sinónimo de  "observación científica. La percepción pedagógica ordinaria  "llega a ser observación científica sólo cuando es dirigida  por puntos de vista científicos y tiene en cuenta todas las circunstancias  de los procesos." Para Lay, los puntos de vista referidos los constituyen  "los principios biológicos y sociológicos". Lay hacía  una tipología de las observaciones científicas: 1) las observaciones  simples; 2) las observaciones estadísticas; y 3) las observaciones  experimentales. Las dos últimas suponen hipótesis, las que deben cimentarse  en la "experiencia precientífica y científica del presente   y del pasado (1947: 26-27).
 
     La  Universidad de Chile  y su Instituto Pedagógico se hicieron eco  del argumento referido y pasaron a la práctica, el fundar el primer  centro de investigación científica sobre educación en el país, como  lo expresó el Rector Valentín Letelier: 
 
 
     Si  bien el Laboratorio dirigido por Guillermo Mann era denominado “de  Psicología Experimental”, el hecho que se fundase al interior del  Instituto Pedagógico era expresivo que se trataba de una empresa que,  desde la psicología, trataba de dar fundamento científico a la pedagogía.  Varios autores han dejado testimonio del tipo de producción de conocimiento  que llevó a cabo el Laboratorio, entre 1908 y 1918,  claramente orientado al conocimiento del desarrollo de los educandos  y a los procesos de enseñanza y aprendizaje.
 
     En  el DFL. N° 7500, de 1927, que legalizaba el discurso reformista de  los maestros primarios agremiados, se leía en su art. 37°, en su letra  c), como atribución de los Consejos Provinciales de Educación, la  de “autorizar a los maestros más idóneos para experimentar y  pone en práctica nuevos métodos y regímenes de trabajo en sus establecimientos…”   y en su letra e), “señalar temas de investigación dentro del  personal de la provincia, que sirvan para ayudar al Consejo en sus orientaciones.”
 
     Sin  embargo, serían los “contrarreformistas” posteriores a 1928, quienes  conceptualizarían mejor la pedagogía experimental, seguramente siguiendo  a Guillermo Mann y, a través de él, a los pedagogos científicos alemanes  y norteamericanos que en esos años daban forma a este enfoque. En este  sentido, Maximiliano Salas Marchán sería adelantado ya que, en 1927,  como alta autoridad del Ministerio de Educación Pública, exponía  que su programa de trabajo incluía entre otras iniciativas la “  dirección de experimentos educacionales en que se ensayen métodos,  programas y planes de estudio…”
 
     Los  “contrarreformistas” de 1928-30  se jugarían por la modernización  del sistema educativo y por la renovación pedagógica, especialmente  en el nivel primario, pero dentro de márgenes de fuerte institucionalización  y control estatal del proceso. En dicho marco se produjo, la adopción   de la “pedagogía experimental” como concepción oficial respecto  a la generación de conocimiento para la educación escolar, particularmente  respecto al nivel primario.    
 
    El  Decreto N° 5881, de 19 de diciembre de 1928, dispuso la creación de  escuelas primarias experimentales. Se las fundamentaba en los siguientes  “considerando”:
 
1°  “La necesidad de asegurar el progreso de la Educación Primaria mediante  experiencias perfectamente controladas y cuyos resultados se midan y  comparen con rigurosa exactitud;” y 
 
2°    “La conveniencia de formar en el profesorado nacional un criterio  científico para la resolución de problemas educacionales y de familiarizarlo  con los modernos métodos de investigación y de avance en el terreno  pedagógico”.
 
 
    Se  crearon dos tipos de escuelas: las de “experimentación limitada”  y las de “experimentación amplia”. En el art. 2° del Decreto 5881,  se estipulaba que las primeras “estarán destinadas a poner en  práctica, en las condiciones propias de nuestro país, los planes y  métodos de educación que se ensayen con buen éxito en el extranjero,  a fin de decidir sobre la conveniencia de incorporarlos, sea parcial  o totalmente, en el sistema escolar.” En las de “experimentación  amplia”, “ se practicará el estudio comparado de planes educativos  diversos, se ensayarán combinaciones de lo mismo y se aplicarán en  formas nuevas algunos de los principios pedagógicos más sólidos ,  todo ello bajo estricto control y teniendo el propósito de llegar a  determinar los caracteres que debe reunir nuestra futura Escuela Primaria  para adaptarse debidamente a las condiciones del niño chileno y las  necesidades nacionales.” (p.598)
 
    La  creación de escuelas de “experimentación limitada” seguía la  lógica de importación de conocimientos y experiencias foráneas, ya  que en ellas se ensayarían modelos pedagógicos creados y aplicados  exitosamente en el exterior: Montessori, Froebel, Decroly, Dalton.
 
    En  cambio, las escuelas de “experimentación amplia”, aún cuando también  se apropiarían de enfoques foráneos, harían estudios comparativos,  ensayarían “formas nuevas”, y pondrían a prueba combinaciones  de los modelos. Todo ello implica una disposición a generar nuevo conocimiento,  congruente además con las características del educando chileno y los  requerimientos del país.
 
    La  institucionalización autoritario-burocrática de la experimentación  educacional fue reforzada en la nueva Ley de Educación Primaria Obligatoria (Ley  N° 5291, de 22 de noviembre de 1929), que en su artículo 108º hizo depender  las escuelas experimentales de la Dirección General de Educación Primaria,   las que deberían funcionar "de acuerdo con  las instrucciones  especiales que ella imparta y bajo la vigilancia inmediata del Departamento  Técnico de la misma oficina."
 
    Por  otra parte, el Reglamento General de Escuelas Primarias, aprobado por  Decreto Nº 6.039, de diciembre de 1929, en el art. 74, si bien dejaba  a las Escuelas Experimentales "al margen de los programas y  reglamentos comunes a las escuelas primarias corrientes en todo lo que  pueda dificultar su progreso",  al mismo tiempo reafirmaba que "estarán sometidas a la supervigilancia  y consejo constantes de las autoridades técnicas de la Dirección Genersal  de Educación Primaria, de conformidad con reglamentos, programas y  métodos propios."
 
    En  otros términos, a las escuelas experimentales se les reconoció una  especificidad y se les sustrajo de la normativa uniforme de las escuelas  ordinarias, pero su condición de "laboratorios" no llevó  a una autonomía académica o científica, como la de las Universidades.  Se les trató, jurídicamente, como laboratorios estatales "controlados",  en un sentido político, de contraste con la propuesta de un movimiento  social de experimentación e innovación por los maestros mismos, en  las escuelas comunes. 
     Las  escuelas experimentales de primaria tuvieron un fuerte impulso durante  los años 1929 y 1930, bajo el gobierno  de Ibáñez. El movimiento  de “pedagogía experimental” tuvo incluso un eco retrasado en la  fundación, en 1932, del primer liceo experimental, el “Manuel de  Salas”. Sin embargo, al parecer la inestabilidad política entre 1931  y 1932, y los efectos de la crisis económica y financiera en el gasto  educacional, llevó a restringir los alcances de la experimentación  educacional, circunscribiéndola a dos escuelas sobrevivientes, la de  niñas “República del Ecuador” y la de niños “Salvador Sanfuentes”,  ambas en Santiago. Durante el gobierno de Arturo Alessandri, las dos  instituciones languidecieron, sea a causa de las estrecheces fiscales,  sea a causa de la orientación nada reformista del gobierno. De ello  dieron cuenta los propios participantes en las Jornadas de 1950, cuando  hicieron recuento de la evolución de la experimentación educacional  en el país.